QUIRÓS Y VALLE DEL HUERNA, 10-12-05

 

Después de una buena temporada sin rodar, ya tenía ganas de echarme a la carretera. Además, el día era soleado e invitaba a ello. Cojo ruta hacia Trubia por la N-634, y enseguida hace su aparición una densa y fría niebla, que me obliga a circular despacio y con la pantalla del casco levantada. Pocas veces había sentido tanto frío en moto. 

En Trubia giro a la izquierda y me incorporo a la AS-228, dirección Proaza. En esta localidad la niebla se ha disipado casi por completo, quedando solamente sobre el cauce del río Trubia. La carretera ya ofrece más confianza y se impone disfrutar un poco de ella. 

También se disfruta del paisaje. Siempre he sentido predilección por el otoño en los montes asturianos. Los árboles caducifolios se van despojando poco a poco de sus hojas, que adquieren una gran variedad cromática, tonos ocres, marrones y amarillentos, entremezclados con el verde de las hojas perennes.  

Nunca había visto un fenómeno semejante, un hórreo que echa humo, me llamó tanto la atención al pasar que di media vuelta para hacerle una foto. No sé a qué se debería el humo, en un principio pensé que tal vez estuvieran ahumando chorizos en su interior, o tal vez fuera la condensación por el frío exterior. Una vez vi algo parecido en un concierto de "Ilegales", al bueno de Jorge le salía humo de la cabeza-calva, fue increíble.

A la altura de Caranga de Abajo tomo la AS-229 en dirección al concejo de Quirós. Tras un estrechamiento del valle surge el embalse de Valdemurrio. Muy frecuentado por pescadores, en sus orillas hay también un área recreativa. 

El concejo de Quirós es muy montañoso, el 40% de su superficie total está por encima de 1.200 metros de altitud, y además sus laderas suelen tener grandes pendientes. Los núcleos de población suelen ocupar el fondo de los valles, pero también los hay que buscan zonas más altas y soleadas. 

Los valles son estrechos y profundos, y en su fondo hay zonas en las que prácticamente no llegan los rayos del sol en los meses invernales. 

En Santa Marina cojo la AS-230, en dirección a La Cobertoria y Pola de Lena. A la vista de la información proporcionada por esta señal lo único que tenía claro es que siguiendo la carretera llegaría al Alto de La Cobertoria. 

Al ir ganando altura admiramos en todo su esplendor el otoño del bosque asturiano. 

 

Aquí se observa la gradación en altura de las formaciones arbóreas: la vegetación de ribera está presente en los fondos de los valles, en cuanto se gana un poco de altura domina el castaño, junto con robles y abedules; más arriba el roble albar y el rebollo, y por encima formaciones de hayas y tejos. En la parte superior, praderías y matorral.

La carretera está recién arreglada, y es una auténtica gozada, con buenas pendientes y curvas para dar y tomar. 

Chanuces. Aquí se llevó a cabo un importante proyecto de turismo rural, con el acondicionamiento de diversas casas del pueblo. 

Palacio de los Miranda-Quirós, en Chanuces, gran casona de planta rectangular. 

Seguimos ruta, pero con algo de cuidado, porque hay curvas sombrías, que hacen que sea recomendable no "emocionarse" demasiado con el gas. 

La sierra del Aramo recorre el concejo quirosano por el este. Su punto más elevado es el Gamoniteiru, de 1.786 metros de altitud, coronado por el repetidor de televisión, culpable de muchos berrinches en nuestra infancia, cuando se averiaba y nos dejaba sin señal de televisión. 

Tres imágenes del valle del río Llindes desde la subida a La Cobertoria. El río nace en Agüeria, bordeando Penarrueda, y avanzando por el valle de su nombre, dará origen al río Quirós primero, y al Trubia después. 

 

A pesar del largo temporal sufrido días atrás, con cotas de nieve muy bajas, solo advertimos la presencia del blanco elemento en las cumbres más elevadas. 

Otra bonita panorámica desde la subida a La Cobertoria. 

Alto de la Cobertoria. La vegetación escasea a esta altitud. Se pueden coger en la zona unos fabulosos arándanos para hacer licor.  

Desde el alto las vistas son espectaculares también hacia la otra vertiente. Al fondo se encuentra Pola de Lena.

Ya que se acerca la Navidad, no me puedo resistir a poner una postal típica: un acebo y nieve. Solo faltaba Papá Noel con sus renos.  

Otra perspectiva desde el alto de La Cobertoria. Al fondo se aprecia la columna de vapor de agua de la Térmica de Soto de Ribera. 

El descenso hacia Pola de Lena ha de hacerse extremando las precauciones. Peligroso cóctel formado por pendientes pronunciadas, carretera estrecha y revirada, además en obras, y abundancia de curvas "xeladas". Y, a todo esto, los abetos esperando aplaudir buenas trazadas. 

Bonitas panorámicas, no hay duda, pero no se puede disfrutar demasiado del paisaje, es mejor prestar atención a la carretera. 

Llegamos a Pola de Lena sin novedad, desde allí cogemos la AS-242 hacia Campomanes. De camino, paro a fotografiar una estación de tren que siempre me ha llamado la atención. De ese mismo estilo hay varias en el trazado ferroviario que cruza la Cordillera Cantábrica. 

Santa Cristina de Lena. Es una de las joyas del arte asturiano. Tradicionalmente se la ha englobado en el período ramirense, mediados del siglo IX. Se encuentra en la localidad de Vega del Rey. No muy lejos está Campomanes, donde cogemos la carretera LE-8, en dirección a Tuiza. 

La carretera circula por uno de los dos valles que vertebran el concejo lenense, el del río Huerna. Un par de kilómetros más arriba se encuentra Sotiello, donde giramos a la derecha por la LE-7 hacia Zureda, hermoso pueblo, muy típico de la montaña lenense. 

La carretera es estrecha y empinada, y en gran parte discurre entre árboles, por zonas sombrías y húmedas. Cuidadín por tanto. Desde Zureda desandamos lo andado y regresamos a Sotiello. 

Otro tramo más de carretera en obras, y de obsequio, la calzada llenita, pero llenita de barro. Todo se debe, por lo que pude ver, a las obras de perforación de los túneles para el tren de alta velocidad, que sustituirá al actual "tren burra" que disfrutamos los sufridos asturianos. Desde Teyeo la cosa mejora, ya no hay barro y si buenas vistas. Al fondo, la autopista del Huerna.

La carretera no es un prodigio de buen firme, pero por estos lugares no se pueden pedir milagros. Además la "V" se comporta como una campeona. No hay problema por eso. 

Lo que si abunda por aquí son paisajes tan hermosos como estos. La vegetación sube hasta que la altura y las crestas calizas se lo permiten. 

Parece que ya estamos llegando al fondo del valle, pero no es así, nos encontramos con un estrechamiento, pero, una vez superado, el valle se vuelve a abrir. 

A pesar de que son más de las doce del mediodía, gran parte del valle se encuentra en sombra permanente. La altura a la que estamos es ya considerable y se nota el ambiente fresquito. 

Riospaso. Localidad tradicionalmente dedicada a la ganadería, pero que últimamente se está reconvirtiendo hacia el turismo, aprovechando el gran potencial que tiene la zona en ese sentido. 

Seguimos subiendo, y disfrutando de preciosos paisajes. 

Por fin llegamos a territorio soleado, que falta hacía. La carretera ya está más seca y podemos avivar el ritmo, que nos quedamos embobados mirando el paisaje y el reloj corre de lo lindo. 

Esta fue una de las zonas más divertidas de la subida, sucesión de curvas, con buenas pendientes. Esto sí que sirve para entrar en calor. 

Tuiza de Abajo, y como fondo, las imponentes moles de La Mesa y La Tesa. Seguimos subiendo, y dejamos a mano izquierda una carretera que va hacia el Puerto de la Cubilla. Es una pena, pero hoy no hay tiempo para más, otro día volveremos para seguir por ahí. 

Nos conformamos con seguir hacia Tuiza de Arriba, situado a 1.210 metros, es uno de los pueblos más altos del concejo de Lena, rodeado de montañas que sobrepasan los dos mil metros de altura. 

Lo del reciente temporal no debió ser el aviso definitivo de la llegada del crudo invierno, porque estas apacibles vacas siguen aquí. Supongo que no tardarán en buscar las zonas bajas del valle. 

Aquí hay que dar media vuelta hacia Campomanes, luego hasta Oviedo por la autopista, que el tiempo se me echa encima, y hay que llegar a casa a una hora prudencial. 

En resumen, una buena ruta, de 165 kms. en total, por unos paisajes impresionantes, igual de impresionante que el frío que hacía, pero sin duda mereció la pena. Claro que sí.

 

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