COVADONGA Y PICOS DE EUROPA, 8-5-07

 

En martes, ni te cases, ni te embarques, se suele decir. Bueno, pues en martes me embarqué en una ruta que era una asignatura pendiente, la de Covadonga, Los Lagos, y si daba tiempo, los Picos de Europa. A pequeña escala, para los moteros asturianos, esta es una cita ineludible, como puedan ser a otro nivel Cabo Norte o los Alpes. Así que pongo rumbo hacia Cangas de Onís, puerta de entrada hacia el corazón de los Picos de Europa.

La primera parada la hago en el Monasterio de San Pedro de Villanueva, poco antes de llegar a Cangas de Onís. Antiguo monasterio de monjes benedictinos, es una de las joyas más preciadas del románico asturiano. Su iglesia fue reformada en el siglo XVIII, pero conserva el ábside tripartito, y una profusa decoración en cornisas y capiteles. En la actualidad, el monasterio ha sido reformado y acondicionado como Parador Nacional.
A la entrada de Cangas de Onís, y sobre las aguas del río Sella, está el famoso puente medieval, el "puente romano". Ha sido reformado en varias épocas, y es posible que se alce sobre uno de origen romano. Tuve mala suerte de no poder admirar el puente en todo su esplendor, debido al andamiaje que lo envolvía con motivo de unas obras de restauración. Todo sea porque luzca más hermoso. Cangas de Onís fue la primera capital del Reino de Asturias, lo que ha hecho que en 1908 se le otorgase el status de "Ciudad".
Saliendo de Cangas, en la recta de Contranquil se halla la capilla de Santa Cruz, fundación del rey asturiano Favila, hijo de Pelayo, y datada en el año 737. La muerte de Favila por un oso durante una cacería, hizo que naciera el dicho popular de "Espabila, Favila, que te come el oso" para dirigirnos a alguien que está en la inopia. La capilla actual, destruida la anterior en 1936 (que ya era una reforma de 1663), fue edificada en los años cuarenta por Menéndez Pidal bajo la forma de una capilla popular.
La capilla de Santa Cruz se levanta sobre un montículo artificial que encerraba este dolmen, que tiene decoración pictórica y grabada en su cámara. Favila levanta su iglesia sobre un marco sagrado de culto indígena preexistente, lo que le confiere un carácter de marco de evangelización por sustitución. Según recientes investigaciones, es el lugar de enterramiento de una persona de origen noble.
En el interior, un novedoso montaje audiovisual nos explica la historia de la capilla y sus particularidades. Esto que vemos es la explicación de la lápida fundacional de la capilla, destruida en 1936, y en la que Favila y su esposa Froiluba consagran a la Cruz esta capilla. La Cruz se erige en símbolo preferente y emblema protector del incipiente reino asturiano.
El sueño de Pelayo antes de la batalla de Covadonga. Se le aparece la Virgen y le da la cruz que le ayudará en sus escaramuzas frente a los árabes. "Hoc signo tuetur pius, hoc signo vincitur inimicus", es el lema de la Cruz de la Victoria, la cruz de madera que llevaba Pelayo en Covadonga, y que Alfonso III recubrió de oro y piedras preciosas, y se puede admirar en la Cámara Santa de Oviedo.
Esa Cruz de la Victoria es la bandera del Principado de Asturias, y NO la bandera de Fernando Alonso, como muchos iluminados creen. No hago más comentarios sobre este tema, que me parece de una ignorancia insultante y lamentable. 
Hay más cosas que ver en Cangas de Onís: el Aula del Reino, el Ayuntamiento, la iglesia vieja de Santa María del Mercado, la nueva Basílica,  pero si me paro mucho no salgo de aquí en todo el día, así que siguiendo la AS-114 cojo rumbo a Soto de Cangas, y allí la AS-262, que me lleva a Covadonga. Desde El Repelao ya se pueden ver las agujas de la Basílica, proyectándose sobre el azul cielo primaveral que he tenido la suerte de disfrutar hoy. El paisaje tiene un verdor inigualable. 
Llegamos a Covadonga. Esta es la Cueva desde la carretera. La parte superior es el lugar de culto a la Santina, patrona de Asturias. Por la derecha, una empinada escalera es uno de los dos accesos con que cuenta. Muchas personas suben los peldaños de rodillas por alguna promesa o rogativa. La Cueva está excavada en la roca, en un lugar de complicado acceso, y en la parte inferior se origina una cascada de agua por las filtraciones subterráneas. Hay una pileta para recoger las monedas que echan los visitantes, un poco al estilo de la Fontana de Trevi.
La Basílica de Covadonga se sitúa en un lugar privilegiado dentro del Real Sitio. Está construida en caliza griotte, y su color rojizo resalta sobre el verde de los montes que la rodean. Es de estilo neorrománico, y se comenzó en 1877 con proyecto de Roberto Frasinelli, "El alemán de Corao", y se concluyó en 1901, con algunas reformas sobre el original llevadas a cabo por Aparici. 
Pelayo, el primer rey asturiano, con su emblema protector, la Cruz de la Victoria. Como con la cruz solo no basta, lleva en la mano derecha la espada. A Dios rogando, y con la espada dando......
Este es el acceso superior a la Cueva, excavado en la roca. Cientos de velas encendidas simbolizan las peticiones de los peregrinos. Es martes y en mayo, pero cualquier fin de semana del año y sobre todo los meses de verano esto es un hervidero de gente. Yo prefiero la tranquilidad de este día. Como cantaban Eskorbuto "Las multitudes son un estorbo....". 
Una postal muy típica de Covadonga, en un boquete de la galería se observa al fondo la Basílica entre las tres cruces. Como telón de fondo, La Cruz de Priena, con más de 700 mts. de altitud, y que es un observatorio privilegiado sobre el Santuario. Pero como las cosas buenas no son accesibles, hay que subir andando. Lo dejaremos para otro día. 
Ha habido suerte, y mi amigo Juan me manda una foto hecha desde La Cruz de Priena. Además de buen amigo es un hombre polifacético y gran deportista, lo mismo le puedes encontrar buceando en el Mar Rojo, deslizándose por las nevadas laderas de Baqueira o haciendo senderismo. Gran tipo, Juan. Te debo unas birras.
Por fin llegamos a la Cueva de la Virgen de Covadonga, la que ayudó a Palayo a vencer a los árabes, haciendo que las flechas que lanzaban se volvieran contra ellos como un boomerang. La disposición actual de la Cueva es obra de Menéndez Pidal, que modificó, después de destruido en 1937, el trabajo inicial de Frasinelli. La capilla es de tipo rural, al fondo, y el altar con la imagen de la Virgen es exento, al aire. En la Cueva también se localizan, excavados en la roca,  los sepulcros de Pelayo y Alfonso I. 
Después de una rápida visita, toca volver a la carretera, en concreto la CO-4 que nos lleva a Los Lagos. Estamos ya en el Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, primero en España, y declarado así en 1918, con asistencia de Alfonso XIII y varios ministros. La primera parada la hago en el Mirador de los Canónigos, desde el que tenemos unas bonitas y cercanas vistas del santuario. El comienzo de la subida es muy agradable, la carretera discurre entre árboles que ayudan a aliviar el sol de justicia que hace. Y menos mal que ya he quitado los forros interiores de la ropa. 
Cuesta de La Huesera, unos de los tramos más duros de la subida, y escenario de heroicas gestas ciclistas cuando la Vuelta a España pasaba por aquí. El mito se me vino un poco abajo el año en que ganó Jalabert, el hecho de que un sprinter ganara la etapa reina tenía mucha miga. Sin embago, en las etapas del Macizo Central francés, "Já-já" demostró que no era un paquete en la montaña, poniendo contra las cuerdas al gran "Miguelón". 
Según subimos, vamos teniendo la suerte de disfrutar de paisajes cada vez más espectaculares. Al fondo, diminuto, se ve el santuario de Covadonga. Como telón de fondo, la Sierra del Sueve, la que visité en la anterior ruta y la niebla no me dejó ver nada. Hoy sí que debía de haber unas vistas espectaculares.
Parada en otro punto clave de la subida: el Mirador de la Reina. Esto es lo que se ve hacia el nordeste. Podemos admirar paisajes en muchos kilómetros a la redonda. 
En el aparcamiento estaban estas tres Royal Enfield,  nuevecitas y con matrícula española. Las conducían tres "guiris", lo que me hace pensar que fueran de alquiler. 
El Mirador de la Reina y la carretera de subida. Es un día idóneo para disfrutar de esta carretera, por el buen tiempo y por la escasez de tráfico. Aún así había algunos coches y autocares. En los meses de verano, la carretera de Los Lagos tiene el acceso restringido, porque en lo últimos años su situación circulatoria era de colapso total. Ahora hay que subir en autobús, y pagar el billete, claro, que en esta vida  pocas cosas hay gratis. 
Esta es una zona eminentemente ganadera, tal y como se aprecia en esta imagen de la Vega de Teón. Son pastos de verano. Los pastores trashumantes se alojan en esas cabañas los meses que pasan aquí con el ganado. 

El lago Enol, posiblemente el más conocido de Asturias. Con el calor que hacía, lo ideal hubiera sido darse un buen chapuzón. Al fondo, la Vega de  Enol, donde cada 25 de julio se celebra la Fiesta del Pastor, conocida como "La romería cerca del cielo". 

En el cuadro de abajo podréis ver un pequeño vídeo del lugar, muy bucólico, por cierto, los pajaritos, los cencerros de las vacas, el nacimiento de la primavera.

Dejamos atrás el lago Enol, y la carretera se vuelve a empinar. A mano izquierda vemos las minas de Buferrera. Para acceder a ellas se construyó esta carretera. Su explotación se abandonó en 1933, curiosamente el mismo año en que dejó de funcionar el tranvía entre Arriondas y Covadonga. Ahora que es año electoral, nuestros sagaces políticos se sacan de la chistera proyectos para rescatar el tranvía, como el de Gabino en Oviedo y el "Tren-tran" de Areces. Desde luego que imaginación no les falta para tratar de ganarse un puñado de votos.
Sin saber si reír o llorar pensando en lo lamentables que son nuestros políticos, llegamos al lago Ercina, también hermosísimo y rodeado de una naturaleza salvaje y cautivadora. En los picos del fondo, que superan los dos mil metros de altitud, vemos aún abundante nieve, que todavía aguantará hasta casi el verano.
Después de darle satisfacción al estómago, emprendo el camino de descenso hacia Covadonga. Como no podía ser de otra manera en una zona con una numerosa cabaña ganadera, surge el encontronazo con un rebaño de vacas. A diferencia del día del Fito, esta vez venían de frente, como los Sanfermines, pero con los morlacos de cara. Lo único que estas apacibles vacas posiblemente tuvieran más miedo de mí que yo de ellas, así que con parar la marcha y esperar tranquilamente que pasen, solventada la situación.
Una vez en Covadonga, vuelvo hacia Soto de Cangas, y allí sigo la AS-114 en dirección a Arenas de Cabrales. Al poco de entrar en el concejo cabraliego disfrutamos de esta panorámica desde Las Estazadas, el valle del río Casaño. La carretera discurre por la ladera izquierda, y en parte, excavada en la roca. Muy cerca de aquí se descubrió hace pocos años la cueva de la Covaciella, un lugar de residencia de nuestros tatarabuelos del Neolítico. Son abundantes los yacimientos prehistóricos en la comarca, por lo que se ve, ya entonces sabían apreciar las bondades de esta tierra.
Un poco antes de Carreña de Cabrales, la parada reglamentaria en el Mirador del Pozo de la Oración, o Pozo del Alemán (Frasinelli) para admirar mi montaña preferida, el Pico Urriellu o Naranjo de Bulnes. Con 2.519 metros es una de las cumbres más elevadas de los Picos de Europa y uno de los mitos del alpinismo. Fue escalado por primera vez en 1906 por el marqués de Villaviciosa y su guía, "El Cainejo", la versión cabraliega de los sherpas del Himalaya, sin cuyo concurso seguramente los alpinistas que se han hecho célebres por ser primeros en coronar las cumbres, no lo hubieran podido conseguir. Son como gregarios del ciclismo, se encargan de hacer el trabajo sucio para que otros se cuelguen las medallas. Mi más sincero reconocimiento hacia ellos.
En Arenas de Cabrales me desvío por la AS-264 hacia Poncebos, siguiendo el valle del río Cares, mundialmente conocido por su desfiladero. El desfiladero discurre entre Caín, patria chica del "Cainejo", y el puente de La Jaya, cerca de Poncebos. Desde antes de llegar a Poncebos, el valle se va estrechando y el río se encaja entre paredes calizas que superan los dos mil metros de altitud. El desfiladero funciona como línea divisoria entre los macizos central y occidental de los Picos.
Puente de Poncebos. El río Cares se ensancha y remansa como resultado de la presencia del salto de Camarmeña, construido por Electra del Viesgo en 1916. De este tipo se hicieron más centrales en el concejo, las de Arenas y  Mildón. La propia compañía eléctrica se encargó de la construcción de la senda que recorre el desfiladero del Cares.
Camarmeña, pequeña localidad a la que accedemos por un kilómetro y medio de empinada y estrecha carretera que zigzaguea por la ladera de la montaña un poco al estilo del Alpe D´Huez y sus míticas 21 curvas. A la derecha se observan las conducciones de agua con destino a la central eléctrica. 

Genuinos guardarraíles de piedra en la carretera que asciende a Camarmeña,  seguramente más eficaces y menos lesivos que las cuchillas actuales. Es dudosa su autoría, unos investigadores los atribuyen a los vecinos trogloditas de La Covaciella, y otros defienden la tesis menos verosímil de ser sus autores Los Picapedra. Sean quienes fueren, demuestran bastante más inteligencia que los actuales responsables de carreteras.

Pequeña capilla de Camarmeña, en la que me hizo gracia la similitud de su silueta con la montaña del fondo. Las casas del pueblo hacen un equilibrio casi imposible, fijadas a la montaña, que aquí tiene unas pendientes considerables. 
Otra de las joyas de Cabrales es su afamado queso o quesu, artesanal de pasta azul, que se produce todo el año, aunque solo en primavera y verano se utilizan para su elaboración leches de cabra, oveja y vaca. El resto del año se emplea sólo leche de vaca. La fama de este queso viene de muchos siglos atrás, ya Jovellanos, en sus cartas hacía mención a los "muchos y regalados quesos que hay en Asturias, entre ellos los de Cabrales y Caso". Actualmente existe un Consejo Regulador de la Denominación de Origen, y a finales de agosto se celebra en Arenas un Certamen en el que participan buen número de productores de tan exquisito manjar.
Desde Camarmeña también podemos admirar la belleza del Urriellu a través de la canal del Teju, hasta hace pocos años el único acceso al pueblo de Bulnes. Acceso peatonal y para monturas, que no daba la cosa para más. A esa dificultad de comunicación le podemos añadir la presencia de nieve en los meses invernales, lo que configura un cuadro de aislamiento nada acorde con la modernidad de la que presumimos. 
Después de muchas alternativas para solventar el problema, nuestros sesudos gobernantes decidieron que un funicular a través de Peña Maín era la solución ideal, porque se mataban no dos, sino tres pájaros de un tiro: se facilitaba el acceso al pueblo; al no hacer una carretera el impacto paisajístico era menor; y si los turistas querían subir a Bulnes, o bien se pegaban la caminata monte arriba o se rascaban el bolsillo para pagar la subida en funicular. Está todo bien estudiado. Lo que no sé es el grado de satisfacción que tendrán los vecinos de Bulnes con el funicular de marras. Supongo que los políticos tampoco se esforzarían demasiado en preguntárselo. Todo para el pueblo, pero sin el pueblo, absolutismo en estado puro. 
Junto a la entrada al funicular de Bulnes, arranca la carretera de acceso a Sotres, nuestro próximo destino. La belleza del marco natural es incomparable.
En primavera, el abundante deshielo provoca que haya cantidad de cascadas de este tipo. Los ríos cabraliegos, en este caso el Duje, son cortos y torrentosos, lo cual no quiere decir que sean primos del brazo tonto de la ley. 
Verdes praderas en las que se alimentan y viven estas cabras, cuya leche es muy apreciada para la elaboración del queso de Cabrales. También es muy apreciada la carne sabrisísima de los cabritos que paren, y que se puede degustar en cantidad de establecimientos hosteleros de la comarca. Fabada, cabrito y sidra anuncian todos ellos, buscando atraer por el estómago a los turistas, que de unos años para aquí, han invadido la zona, atraídos por sus innumerables encantos. 
Un poco antes de llegar a Tielve, encontramos este bello puente de piedra, y una minicentral para aprovechar las aguas del río Duje. 
Tielve, localidad eminentemente ganadera, al pie de altísimas montañas, en un paisaje espectacular. Qué coincidencia, Tielve se apellidaba el consejero de Fomento que decidió hacer el funicular de Bulnes, creo recordar. 
Seguimos ruta hacia arriba, y no dejamos de sorprendernos con un valle, que tan pronto se estrecha en gargantas imposibles, como se ensancha en otras zonas, dando lugar a praderías, un poco empinadas, pero el ganado de la zona tiene buen sentido del equilibrio. No hay problema. 
Invernales de Cabao. Es un conjunto de cabañas ganaderas, en una zona de pastos abundantísimos, y más verdes que una pareja de la guardia civil sentados en un prado contando billetes de mil pelas, como decía aquél chiste tan viejo como malo. Por la ladera derecha serpentea una pista, que en una moto de campo seguramente será una delicia.
Estamos ya a bastante altitud por lo que las nevadas son copiosas, y provocan el asislamiento de los vecinos durante muchos días del invierno. Sobre la carretera se producen lo mismo desprendimientos de piedra que aludes de nieve, que arrasan con todo, como se puede ver. 
El último nevero. En las cimas de las montañas todavía queda nieve para unas semanas, pero al borde de la carretera, esta es la última nieve que lucha con los calores. A poco que apriete Lorenzo un par de días más, esta nieve se confundirá ya con las aguas del Duje. 
Y después de 11 kilómetros de subida, llegamos a Sotres, el pueblo situado a mayor altitud de Asturias. Hasta aquí ha llegado ya el turismo de masas, ansioso por buscar parajes insólitos. Hay establecimientos hosteleros donde pernoctar y también degustar las excelencias gastronómicas de la zona. Desde la parte alta del pueblo parte una pista hacia Tresviso, ya en la vecina Cantabria. Podría ser una buena opción para continuar ruta, pero me vuelvo por donde he venido, que de lo bueno tampoco conviene abusar, y con los 290 kilómetros que me he metido, creo que ya está bien.

 

 

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