EL CABO PEÑES, 14-3-06

 

Después de un mes sin rodar, la tregua ofrecida por la climatología hacía obligatorio echarse a la carretera, así que no me lo pensé dos veces y puse mis ruedas rumbo a la costa, con ánimo de hacer un recorrido por la comarca del cabo Peñes, empezando en las proximidades de Gijón y terminando en Avilés. El sol radiante que hacía en Oviedo se transformó en niebla en el alto de La Miranda, y sería ya mi compañera en todo el trayecto.

Aboño, primera parada. La niebla permite ver a duras penas la playa, el parque de carbones y los depósitos de la Campa Torres.  

Formando casi una misma playa con la de Aboño o de Peña María se encuentra la de Xivares, junto a la urbanización del mismo nombre. En esta época del año los surfers son casi sus únicos visitantes.

Candás, vista desde el paseo. Villa de gran tradición marinera y con una importante industria conservera. Siempre mantuvo una gran rivalidad con la vecina Luanco, que ahora se ha radicalizado, especialmente entre la fogosa juventud de las localidades, los sábados por la noche. Antiguamente pugnaban por ver quien hacía las mejores "marañueles", pero ahora la cosa se ha desmadrado.  

A medio camino entre Candás y Luanco se encuentra Antromero. Esta es su playa de San Pedro, en la que podemos ver una formación sedimentaria marina (secuencia flysch). Al fondo se vislumbra el faro de Candás. Antromero tiene una gran riqueza en marisco, que se puede degustar en diversos establecimientos. 

Luanco, capital del concejo de Gozón. Es un importante centro veraniego, y antiguamente tenía su base económica en la pesca, sobre todo de la ballena. Podemos visitar el Museo Marítimo de Asturias. En Luanco se coge la carretera en dirección al cabo Peñes, bien asfaltada y muy divertida. 

A pocos kilómetos de Luanco se encuentra Bañugues, otro importante núcleo turístico. Cuenta con varios establecimientos hoteleros y un cámping, y en su playa hay un yacimiento del Neolítico. Claro, hasta los prehistóricos gozaban de esta fantástica playa. No eran tontos, no. 

El Faro de Peñes. El cabo Peñes es el punto más septentrional de la costa asturiana, y además también destaca por la gran altura de sus acantilados. El faro es un elemento vital para la seguridad en la navegación por estas aguas. 

Rasa costera en el entorno del cabo Peñes. En esta zona el soporte económico son las explotaciones ganaderas, relativamente grandes para lo que es habitual en Asturias, y agricultura para autoconsumo. Si no fuera por la niebla, las vistas  a mano derecha serían espectaculares. 

Verdicio. No se estrujaron mucho la mollera para ponerle el nombre, habida cuenta de que este color es el amo y señor del entorno. En Verdicio hay tres playas: Tenrero, Carniciega y Aguilera, con grandes valores ecológicos y paisajísticos. Aunque no se vea en la foto os aseguro que es cierto. 

Gran valor ecológico también tiene la playa de Xagó, y particularmente sus formaciones de dunas, declaradas Monumento Natural. Afortunadamente no prosperó una iniciativa para la extracción de arena de la zona. Los higadillos habría que extraerle al que se le ocurrió semejante disparate. 

Como podéis observar, la V estaba aguardando impaciente el pistoletazo de salida de la Xagó-Dakar. 

Otro de los encantos de la playa de Xagó es una zona entre eucaliptos en la que se han colocado mesas para que los visitantes puedan comer a gusto y a la sombra. Buen territorio para los depredadores de cestas al estilo de las vacas de Covadonga. 

Seguimos camino hacia Avilés, y en un cerrado valle encontramos la factoría de Alcoa, la antigua Inespal. 

La Ría de Avilés. Importante puerto desde la Edad Media, que ha pasado por sucesivas etapas de esplendor y decadencia a lo largo de los siglos. Quizá su momento de mayor apogeo hayan sido los años 60 y 70 del siglo XX, por el tráfico generado por la industria siderúrgica. 

Marismas de la ría, un entorno muy degradado ecológicamente por la proximidad de la industria, pero que estos últimos años se está consiguiendo recuperar. Playas como San Balandrán y Zeluán ya han dejado de ser unas ciénagas pestilentes. Además se ha construido un paseo marítimo que llega a San Juan de Nieva. 

Faro de San Juan de Nieva. Sirve de apoyo a los barcos en el complicado acceso a la ría avilesina. 

Restos del naufragio. El faro no funcionaba ese día o el farero se quedó dormido y este barco encalló. No fue esa la causa de que este barco con pabellón de Dominica, tripulación ucraniana y un amplio currículum de accidentes zozobrara en el último temporal. Por suerte no hubo que lamentar daños personales ni medioambientales. 

Desde el faro de San Juan de Nieva se puede gozar de una panorámica privilegiada de la playa del Espartal y de Salinas, al fondo. Eso siempre que la neblina no se empeñe en aguar la fiesta. Tendré que volver a hacer el recorrido otro día para sacarme la espina. 

Como remate, parada en uno de los bares más auténticos de Avilés, La Viñuca, exquisitamente regentado por Jose, que ha conseguido que cada cliente sea un amigo y se encuentre aquí como en su casa. Bueno, algunos bastante mejor que en su casa, sobre todo cuando toca degustar esos callos que prepara su madre con maestría. Otras especialidades son: albóndigas, lengua, cocochas de bacalao y magníficos quesos y embutidos, todo ello regado con caldos seleccionados. Chapeau, Jose.

 

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