LA RUTA DE LAS MAESTRAS, 8-11-2006

 

Aprovechando la bondad climatológica de este "veranillo de San Martín" que estamos disfrutando, me he animado a hacer esta ruta, que como tal no existe en guías de turismo, pero que me he atrevido a bautizarla así para hacer un pequeño homenaje a personas que tienen que hacerla a diario para trabajar. Me refiero a las maestras (son en su mayoría mujeres, pero hay algún hombre también) adscritas al Colegio Rural Agrupado de Sierra, en el concejo de Cangas del Narcea (Asturias), y a las del Colegio Público "Santarbás", en Bruelles, también perteneciente al llamado partido de Sierra en el concejo cangués. Es justo valorar el gran esfuerzo que realizan al desplazarse por carreteras complicadas, por parajes escasamente habitados, y con una climatología hostil la mayor parte del año, para atender unas escuelas en las que muchas veces hay más maestros que niños, y que poco a poco van cerrando sus puertas ante la falta de alumnos. Son los últimos exponentes de las maestras de los pueblos, ejemplo vivo del esfuerzo en educar más apoyándose en el empeño humano que en los medios económicos. 

La ruta parte de la carretera AS-15 a la altura del Puente de Tuña, desde donde nos dirigimos a la localidad tinetense de Tuña, cuna del General Riego, gran luchador por las libertades en la España tiranizada por Fernando VII, y que acabó pagando con su vida los ideales constitucionales. Esta es su casa natal, medio tapada por los andamios para restaurar su techumbre. 

En Tuña cogemos la carretera hacia Llamas del Mouro. Realmente es una pista forestal pero asfaltada, estrecha, y con abundantes desprendimientos de piedras en la calzada que obligan a extremar las precauciones. Los precipicios que van quedando a nuestra izquierda imponen respeto, son muchos metros de desnivel por pronunciadas laderas, aunque en algunas curvas observamos algunos "amables" guardarraíles. 

Después de unos 10 kms. de complicada ascensión llegamos a una especie de meseta, donde se encuentra la localidad de Llamas del Mouro, muy conocida por su típica cerámica negra, y por su palacio, que vemos en la foto. En algún sitio leí que el nombre del pueblo proviene de una escaramuza de la época de la Reconquista, en la que los locales infligieron seria derrota a los árabes. Por eso le quedó lo de Llamas del Mouro (lágrimas del moro). 

Un par de kilómetros más adelante llegamos al Alto de Bruelles, a 810 mts. de altitud, donde se localiza el Colegio Público "Santarbás". Ejerce de corazón educativo de la comarca, en él se escolarizan los niños de muchos pueblos del contorno, que son transportados diariamente desde sus casas, en muchas ocasiones a bastantes kilómetros de distancia. 

Bueno, pues aquí encontramos a Belén en su aula, en la que atiende a los niños con necesidades educativas especiales, y a los que precisan apoyo en determinadas materias. No se esperaba mi visita ni por lo más remoto. 

Los niños realizan trabajos en los que nos enseñan sus pueblos y nos ponen hasta los nombres de todas sus casas. 

El interior del Colegio. Es la hora del recreo y los niños están en el patio. De todas formas, el centro da apariencia de vacío, puesto que solo están escolarizados en él 24 alumnos. Hace pocos años se superaba la centena de matrículas, pero la cifra desciende paulatinamente, y seguramente en un futuro no muy lejano los niños de la zona serán escolarizados en la capital del concejo. La Administración echará sus cuentas y verá que sale más rentable pagar transportes que mantener estos colegios abiertos. 

Por si teníamos alguna duda de lo buen colegio que es el de Bruelles, los niños se encargan de disipárnosla. Supongo que el buen hacer de las maestras influirá en esa valoración positiva que tienen. 

Luisa y Belén en la cocina. Ay mamina, vaya olor que daba el pote asturiano que estaba cocinando la buena de Luisa. Era mediodía, pero no le hubiera hecho ascos a un buen "platao" de ese guiso. Mi sentido común pudo con mi gula: no estaría bien zamparme la comida de los niños, ¿no?.

Esto es "La Tronca", el bar del pueblo. Bueno, bar-tienda, una especie de general-store en el que se pueden comprar esas cosas que te das cuenta que no tienes justo cuando estás haciendo la comida, y aquí el "súper" queda un poco lejos. Se puede comprar vino de la tierra, muy recomendable para los amantes de los vinos ásperos, y embutidos "de casa". Ya lo dice la canción: "Pan, jamón, chorizo y vino......". 

Se acabó el recreo, los niños y las maestras a clase y la moto a rodar, que hay mucha ruta por delante. Mi próximo destino es Robledo de Tainás, allí al fondo del valle. De Bruelles bajo a Tandes y Onón, y giro a la izquierda. La falta de mapa, de carteles orientadores y de algún lugareño a quien preguntar hacen que me confunda de camino, cogiendo dirección a Ridera en vez de a Robledo. Esto hace que se le sume un "bonus-track" a la ruta inicialmente prevista. 

No era consciente de  que no iba hacia Robledo, así que me centraba en tener cuidado con un degradadísimo asfalto, y con  rebaños de locas ovejas, que al sentir el ruido del motor, echaban a correr en tropel delante de mí, mientras que les duraba el resuello, claro. El caso es que después de 20 kms. de subida, la carretera se acaba al pie de dos pilas de cucho (montones de estiércol, para los no iniciados), con lo que me di cuenta de que aquella carretera no llevaba a Robledo. 

Desando los 20 kms. hacia Onón otra vez, y llego hasta Portiella, en el cruce con la AS-15 sin ver ni rastro de una indicación hacia Robledo. Pregunto a un amable carpintero y me dice que debo volver hacia Onón y un poco más arriba coger la desviación hacia Parada la Vieja. Por fin, después de 50 kms. extra consigo estar en la ruta correcta, que transcurre por el fondo del valle. Carretera húmeda, sombría, y por mor del otoño, cubierta parcialmente de hojas. 

Según vamos subiendo, impresión de circular por un túnel verde va desapareciendo. Ya se atisba algo de paisaje. También se atisban unos brillantes guardarraíles, de reciente colocación. Mejor rebacheaban la carretera o le daban un nuevo riego de asfalto. Otro ejemplo más del mal uso de los fondos públicos, y van....... demasiados. 

Esta es la escuela de Robledo de Tainás, vista desde la carretera. Para acceder a ella hay una empinada caleyuca monte arriba, pero las maestras dejaban el coche abajo, al lado del bebedero de las vacas, que solían usar en ocasiones los vehículos para frotarse, de una manera similar a lo que hacen los osos en los árboles. La escuela tiene vivienda por si la maestra decidiera usarla y pasar un año en este remanso de paz. 

Un poco de aire puro, y media vuelta hacia Portiella, y siguiendo la AS-15, en dirección a Cangas del Narcea, llegamos a Antrago, donde se localiza la sede del C.R.A. de Sierra, la casa grande pintada en blanco a la derecha de la foto. En Antrago nos desviamos a mano izquierda, en dirección a San Pedro de Coliema, siguiente escuela en nuestro itinerario. 

4 kms. más arriba de Antrago está la escuela de San Pedro, que encontré cerrada a cal y canto porque los miércoles a partir de la 1 de la tarde no hay clases, debido a que ese día se reúnen los maestros del C.R.A. de Sierra en la sede de Antrago. Posiblemente este sea el último curso que va a funcionar la escuelina de San Pedro, se cierra por falta de "clientela". No es la primera ni será la última de la zona que pase por esta situación. 

Seguimos monte arriba hacia Porley, que dista 10 kms. de San Pedro. Al ascender nos sorprenden vistas de lugares por los que hemos pasado con anterioridad. La localidad de la izquierda de la foto es Tandes, y en su parte superior vemos que serpentea una carretera, es la que viene de Bruelles, cuyo colegio apreciamos más arriba, en una mancha rodeada de pinos. El pueblo de arriba a la derecha es Llamas del Mouro. 

Seguimos viendo a lo lejos lugares ya visitados. La ladera de la izquierda del valle que vemos es la que visitamos en la subida a Ridera, la que no estaba en el libro original de ruta, pero que acabó formando parte de esta crónica. 

Que la ganadería es la base del sustento de estos valles salta a la vista (y también al olfato, el olor de las "bulladas" frescas me acompañó todo el día). Lo que me maravilló fue este descubrimiento: una nueva raza vacuna, no es ni la asturiana de los valles, ni la pardoalpina, más bien yo la bautizaría como "Vaca Ronaldinho". Esos cuernos me recuerdan al gesto característico del carioca con la mano. 

Y en esto llegamos a Porley. Esta casa con pinta de "Mansión de los Plaff" era la escuela del pueblo, que estuvo activa hasta hace cuatro años aunque no lo parezca. Supongo que la Consejería de Educación pensaría que ya sangraba bastante el presupuesto mandar personal docente como para además mantener el edificio en unas condiciones mínimas. 

En Porley seguimos en dirección a La Nisal, distante 4 kms. Nos encontramos a una altitud considerable, que nos permite divisar, como si estuviera a "tiru piedra", Robledo de Tainás, que por carretera dista 35 kms. ni más ni menos, y eso que están en el mismo valle, pero en laderas opuestas.    

La Nisal  también tiene su escuela, faltaría más, y como podéis ver no se parece a ninguna de las otras, cada una tiene su propio estilo. La Nisal es la localidad más elevada del valle, y se encuentra ya dentro del Espacio Protegido de "Fuentes del Narcea".            

Frente a La Nisal vemos la cara norte de la Sierra del Acebo, y en ella se ubica Bornazal, nuestro siguiente destino. Parece que está cerca, pero por carretera tenemos que retroceder a Porley, luego bajar a Cangas del Narcea, y luego coger la carretera hacia El Acebo. Poca cosa, unos 34 kms. 

Así que, sin tardanza nos ponemos en ruta, que esos kilómetros por estas autopistas se tardan un rato en recorrer. En Porley giramos a la izquierda, y para llegar a Cangas debemos descender hasta el fondo de este valle. 

Este es el ejemplo más palpable de aquel dicho: "No hay atajo sin trabajo". Yo por lo menos no me atrevería a recortar la chicane por ese barrizal. Ahora, que no digo nada, que hay gente "pa tó". Seguimos el descenso y me sorprende un indicador a mano izquierda: "Vegalapiedra 4". No me lo puedo creer, si sigo por ahí llego casi al alto del Acebo, recortando el trayecto en una veintena de kms. 

Sin dudarlo, pillo el atajo, esperando que en esta ocasión sea de los de sin trabajo. Efectivamente, ha habido suerte, y en un suspiro llego a Vegalapiedra, incorporándome a la carretera que sube al Acebo desde Cangas. Me he quitado de encima el inicio de la subida al Acebo, que no me gusta nada de nada.

Estamos ya rondando los mil metros de altitud, con lo que las vistas quitan el hipo. Al fondo, lejos, lejísimos, vemos Tineo, localidad que disputa con Cangas la supremacía del suroccidente asturiano. Hace siglos, Tineo ostentaba la cabeza, de hecho Cangas del Narcea se llamaba Cangas de Tineo, pero desde el siglo XIX y el comienzo de la explotación de la minería, la villa canguesa ha cogido la delantera. 

Hablando de Cangas, por ahí la vemos, al fondo del valle. Se encuentra a unos 350 mts. de altitud, por lo que en la subida al Acebo ganamos muchos metros rápidamente. También se aprecia la característica "redondez" de los montes en el occidente de Asturias, no son tan agrestes como los de la zona central  ni oriental de la región. 

El valle del río Cibea desde la subida al Acebo. Al fondo, la Cordillera Cantábrica. Las nubes se ven frenadas por la altitud de los montes, lo que contribuye a mantener un nivel medio anual de pluviosidad bastante elevado. 

Estas son las últimas rampas de la subida, en las que habitualmente se suele decidir el vencedor de la Vuelta Ciclista a Asturias. A esta altitud, la vegetación se limita a prados y matorral. La carretera tiene el firme bastante deteriorado, el invierno aquí es durísimo, y las nevadas y heladas lo castigan severamente.

Santuario de la Virgen del Acebo. Está situado a unos 1.200 mts. de altitud. El 8 de septiembre se celebra una romería de gran tradición en la comarca y el norte de León. En ella se mezcla la devoción mariana con la fiesta gastronómica. 

En el Santuario hay además bares y hospedería para peregrinos.  También hay un pequeños puesto de recuerdos del Acebo, regentado por María, una anciana que lleva toda la vida aquí, y que solo falta cuando la salud se lo impide. Ahí la vemos, en animada conversación con otras mujeres. 

Pasado el alto, la carretera desciende a la vez que va girando por la montaña en dirección noroeste. En una curva está el mirador de La Cruz. Teniendo en cuenta que son más de las tres y media, el hambre ya es considerable, y que en este mirador hay unas mesas pintiparadas para el noble arte de comer,  no me lo pienso dos veces. 

Este es el fantástico bocata de chorizo que me había preparado Tere en "La Tronca" unas horas antes. El olor a chorizo del top-case va a tardar una temporadita en desaparecer. Si fuéramos ingleses, al "gochu" deberíamos darle el título de Sir. 

Bueno, pues sin duda atraído por el incontestable aroma del chorizo, no me quitaba ojo este perrito. Si lo pilla se lo zampa de un bocado, y está bien comer, pero sin glotonerías, salao, mordisco a mordisco y saboreando cada rodaja de chorizo. Así lo mandan los manuales de Urbanidad, tan en desuso en nuestros días.

Una vez satisfechas mis necesidades triperas, hay que volverse a subir a la burra, que en esta época los días menguan rápido, y hay mucho camino por delante. Emprendo el descenso hacia Bornazal. Desde Linares del Acebo vemos a lo lejos La Nisal. 

También, en otro valle más atrás se divisa Robledo. La atmósfera limpia y el sol del atardecer que los ilumina de pleno hace que desde aquí haya unas hermosas vistas de estos valles. 

Detrás de este todo terreno último modelo, se esconde asustada la escuela de Bornazal. Asustada o avergonzada por haber perdido su rango de escuela. De forma inexorable todas las escuelas de las zonas rurales tienen visos de seguir el mismo camino. Aquí salieron a saludar Ainoha, una antigua alumna de Belén y su abuela. Supongo que no será muy habitual que aparezca un tipo en moto haciendo fotos a su escuela y fueron a enterarse de quién era el intruso. 

En Bornazal se acaba mi periplo, así que retrocedo sobre mis pasos hacia Cangas del Narcea, para coger camino de vuelta a Bayas. Una vista de la villa canguesa desde la bajada del Acebo. En primer término, unos terrenos preparados para la plantación de viñedos. Cangas se encuentra en la confluencia de los ríos Narcea y Luiña, y en ella destaca la basílica de Santa María Magdalena, del siglo XVII.

Siguiendo la AS-15, un par de kms. más allá de Cangas, encontramos el monasterio de Corias, conocido como el "Escorial asturiano". Es de estilo neoclásico, construido entre los años 1774 y 1808, excepto la iglesia y sacristía renacentistas, que fue lo único que se salvó del incendio de 1763. 

Ya en el concejo de Tineo se encuentra el embalse de Calabazos, que junto con el de Pilotuerto y la Térmica de Soto de la Barca hacen que el sector eléctrico sea el más importante de la economía tinetense. La llamada "Ruta del Kilowatio" discurre por esta zona y permite apreciar el notable sinclinal por el que discurre el Narcea, de gran valor geológico.

 

Ya de retirada, diviso desde la carretera, al otro lado del Narcea, en un pueblo llamado Castañedo una escuela de las de "imagen corporativa" por decirlo de alguna manera. Las típicas escuelas de ladrillo de muchos pueblos de Asturias, con la vivienda del maestro encima, en este caso con parabólica y todo. Indudablemente forman parte ya de otros tiempos, que a pesar de todo, se resisten a desaparecer.  

Hasta aquí llega esta "Ruta de las Maestras", en total 300 kms., de los cuales 150 corresponden a lo recorrido entre la primera foto del reportaje, en Tuña, hasta Cangas del Narcea, al bajar del Acebo, la parte propiamente del C.R.A de Sierra. Todo se ve muy bonito, yendo en moto, y en un día relativamente caluroso, y soleado. Pero  nuestras maestras los suelen recorrer en unas condiciones meteorológicas mucho más adversas, lo que da mucho más mérito a su impagable labor.

 

Retomo esta crónica tiempo después para dedicar un pequeño y sentido homenaje al maestro Otilio Álvarez, fallecido en accidente el 24 de marzo de 2009 cuando se dirigía a su trabajo en el Colegio de Bruelles. Apenas llevaba dos cursos en el centro y ya se había ganado por completo a los compañeros, vecinos, familias y, sobre todo, a sus niños, que le adoraban. En un libro leí que nadie se muere del todo mientras haya alguien que le recuerde. Desde esta página me gustaría lanzar una iniciativa para que la Consejería de Educación le diese el nombre de Otilio Álvarez al Colegio de Bruelles. Sería una bonita manera de perpetuar su recuerdo y, a la vez, agradecerle su impagable labor el tiempo que trabajó allí. Tal vez sus propios compañeros o las familias de los niños puedan realizar la petición, o una recogida de firmas, no sé. Cuando alguien muere de forma repentina siempre se suele decir: "siempre se van los mejores". En este caso el dicho no se puede ajustar mejor a la realidad. Hasta siempre, Oti. 

 

 

 

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