LA COSTA ORIENTAL ASTURIANA, 1 MAYO 2.004

 

Os voy a relato-ilustrar (no sé si es correcto este término, pero me ha gustao y vale) una rutilla que nos hicimos el pasado 1 de mayo. Ese fin de semana estaba previsto que hiciéramos el Xacobeo los tres hermanos, pero la climatología se puso de nones, especialmente en la Meseta, y como Pablo venía desde Madrid hacia el punto de encuentro en León, decidimos aplazarlo porque había nieve y no era cuestión de lanzarse a un viaje tan largo con previsiones meteorológicas aterradoras. Teníamos mucha ilusión en ese viaje, así que para compensar un poco decidimos que ese día había que rodar. Salimos de Oviedo con el cielo negro amenazando y algunas gotas intentando convencernos para desistir. Cogemos la N-634 hasta La Secada y ahí nos desviamos dirección Villaviciosa por Sariego y el alto de La Campa.

 

 En el descenso hacia la villa hacemos nuestra primera parada, en Valdediós, para visitar su monasterio y el popular "conventín",  construcción prerrománica, del período de Alfonso III el Magno.
 

Seguimos hacia Villaviciosa, y por la carretera de la costa cogemos dirección Ribadesella, pasando por Colunga y Caravia. Es un tramo de carretera muy estilo trail, curvas y más curvas, subidas y bajadas, una delicia en fin. Llegamos a Ribadesella, meta del famoso descenso y nos hacemos las correspondientes fotos para la posteridad. En ésta aparecemos Belén y yo en el puerto, con la parte vieja de la localidad al fondo.
 

En esta otra en la playa de Santa Marina, aunque el día no estaba precisamente para ir de pic-nic, vaya ventolera soplaba.
 

De Ribadesella salimos en dirección a Llanes por la autovía, nos hubiera gustado ir por la carretera de la costa, pero se nos estaba haciendo un poco tarde y queríamos llegar a comer a Villanueva, cerca de Colombres. Paramos en San Roque a dar de beber a los caballos, y nos hicimos una foto con la sierra del Cuera a nuestras espaldas. Es una sierra que corre paralela a la costa, y a pocos kilómetros del mar alcanza una altitud considerable. Todavía eran visibles algunas manchas de nieve.
 

Ya no paramos hasta Villanueva, donde fuimos a comer a casa de unos familiares de Belén, Ana Mari y Manel. Había fiestas en el pueblo, así que nos juntamos a comer en su casa casi treinta personas. Nos pusimos las botas. Os mando una foto de la sobremesa, sobran las palabras.
 

No se prolongó mucho la velada porque el cielo se ponía feo, feo, así que arrancamos como cohetes de vuelta a Oviedo. Nos pilló un bastial considerable por la zona de Vidiago, pero luego parecía que la cosa mejoraba, sobre todo por la parte de la costa, así que volvimos a coger la vieja carretera de Ribadesella a Villaviciosa. En esta foto aparecemos Belén y yo en Caravia, con la costa y Lastres al fondo.
 

Paradita en Lastres para tomar algo y admirar la belleza de esta localidad, que parece colgada sobre el mar. Aquí se nos ve en el puerto, con el Sueve al fondo, entre las nubes.
 

Estamos a un paso de Villaviciosa, y casualmente, ese día jugaba allí nuestro R. Oviedo un partido de liga contra el equipo local, el Lealtad. Más o menos era la hora del final del partido así que nos acercamos hasta el campo de fútbol para ver si nos enterábamos de cómo había concluido. Aparcamos y vimos un banco en el que subiéndonos a él se podía ver el terreno de juego.

El partido aun se jugaba y en el marcador veíamos "2-2". Casi marca el Oviedo en un gran remate de Cervero. En la siguiente jugada, el delirio, pase de Granada y remate de Cervero: GOL DEL R. OVIEDO. En esta foto se ve el momento de la celebración del goleador con la afición oviedista desplazada en masa a Villaviciosa. Fue el broche de oro a una gran jornada, volvimos a Oviedo con una sonrisa en la cara. Con el rebote que teníamos por tener que aplazar el Xacobeo, nos quitamos la espina con esta ruta en la que hubo de todo.
 

  El gol de Cervero.

 

 

Si hay un gol del Oviedo que tiene especial significado para mí es éste de Tomás, en el primer derby contra el Sporting tras trece temporadas en segunda división. Significó una victoria largamente esperada, amén del valor estético indudable del gol.

 

 

 

 

 

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