CUITU NEGRU 20-09-2012

 

La heroica ciudad dormía la siesta............ Bueno, a estas horas de la mañana la siesta no, pero la resaca mateína seguro que más de uno la está durmiendo en la Vetusta clariniana, que espero que no se enoje ni me mande a los cobradores de la Sgae por haber parafraseado el inicio de "La Regenta". La siesta debo estar durmiéndola yo, en cuanto a publicar en la web, que ya eran tres años sin nada nuevo. Así que para enmendarlo propongo una ruta hasta el alto del Cuitu Negru, en el Brañillín (Pajares), que se ha hecho mundialmente conocido por el reciente final de etapa de la Vuelta Ciclista a España, Vamos al lío entonces.

 

Saliendo por San Esteban de las Cruces nos encontramos con el pequeño pueblo de La Manzaneda, muy conocido entre los aficionados del automovilismo y el ciclismo. Cuenta con esta bonita fuente, obra del arquitecto Manuel Reguera.

Al final de la bajada de La Manzaneda se encuentra El Portazgo. Aquí existió un puente desde el siglo XVIII que sustituyó al puente de Olloniego. El Puente del Portazgo, conocido como Puente Nuevo, fue proyectado por Manuel Reguera. En El Portazgo también existía un mojón leguario y una oficina de peaje. La oficina de peaje, situada a la entrada del pueblo, cobraba el Real Portazgo hasta el siglo XIX, desapareciendo su función en 1882. Menos mal, solo faltaba que además de los recortes del gobierno me cobraran por transitar por esta caleya. Como indica el letrero, nos encontramos en un tramo del Camino de Santiago, ya sabéis: "Quién va a Santiago y no al Salvador......"

 

 

Cruzando el puente sobre el Nalón llegamos a Olloniego, donde se encuentra este palacio, en lamentable estado de conservación y amenazando ruina por los cuatro costados. Si en los años dorados de la economía de este país no se destinó nada a rehabilitar este edificio, no tiene mucha pinta de que vaya a hacerse ahora con la que está cayendo.

De Olloniego a Mieres hay que salvar lo que antaño era un coloso para los automovilistas,  el alto de El Padrún, que conserva el sabor añejo de las carreteras del Plan de Desarrollo de López Rodó. Hay una serie de paellas de este estilo, y el firme no se encuentra demasiado bien, así que hay que ir con tiento.

 No es que el Padrún sea una gran elevación, no llega a los 400 mts., pero desde allí tenemos una buena panorámica de parte del valle del Caudal, con la Térmica de La Pereda y la factoría de Thyssen-Boetticher.

En el descenso hacia Mieres está La Rebollada, que cuenta con esta pequeña y coquetona iglesia. Desde aquí nos incorporamos a la N-630 en dirección Oviedo.

Como la cosa iba de térmicas, no podía faltar la de Soto de Ribera, responsable de una elevada contaminación por partículas en la zona, pero que como contrapartida proporciona un buen número de puestos de trabajo y una importante producción de energía eléctrica. En Soto nos incorporamos a la carretera que va hacia Las Caldas, por Puerto y Fuso de la Reina, siguiendo el cauce del Nalón.

En Caces giramos a la izquierda hacia Siones, por una empinada carretera de 3 kilómetros, desde la que podemos ver esta panorámica del valle del Nalón, con Trubia al fondo.  

De Siones seguimos hacia Las Carangas y nos incorporamos en Tenebréu a la carretera que viene desde Pedroveya y nos lleva al comienzo del desfiladero de las Xanas. Desde Tenebréu disfrutamos de esta vista, sobre el valle del Trubia, concretamente Santo Adriano de Tuñón.  Lo de las Xanas lo dejaremos pera otro día, que hay mucha ruta aún por delante.

 Pasamos Proaza, y nos dirigimos a Quirós, concejo que destaca por su gran belleza paisajística, y que tiene un interesante patrimonio artístico, como la iglesia románica de San Pedro de Arrojo, que fue rescatada de la ruina a mediados del siglo XX por Menéndez Pidal. Esta iglesia fue usada como enterramiento por los Bernaldo de Quirós, importante familia, obviamente oriunda de la zona y cuyo lema era: "Después de Dios, la Casa de Quirós". Casi nada al aparato, no tenían abuela, oiga. 

La Cobertoria, entre Quirós y Lena. Aquí nos dejamos de paisajes, monumentos y demás zarandajas y nos aplicamos vivamente en disfrutar a tope de esta gozada de carretera, con sus amplísimos curvones rápidos que son una delicia. Alguno está un poco contraperaltado, y eso hace que haya que tirar del manual del equilibrio dinámico hecho arte, que decía don Paco Bultó. 

La carretera, al igual que la mar, es muy traicionera y jamás puede uno confiarse. Aunque uno piense que por estos andurriales es casi imposible cruzarse con algún ser vivo que no sea un insecto, a la salida de cualquier curva puede aparecer lo inesperado, por partida doble, como en este caso. Así que ojito, compañeros. 

La Susi en el mirador sobre el Parque Natural de Las Ubiñas-La Mesa. El paisaje es de una belleza tal, que la muy demonio se quedaba allí quieta y se negaba a volver a la ruta. Ni amenazándola sin su ración de sin plomo 95 quería moverse. 

No es para menos, entiendo perfectamente a la moto. Las vistas hacia Quirós son espectaculares, con la inestimable ayuda de una atmósfera limpia y un sol radiante. 

Coronada La Cobertoria, emprendemos el descenso hacia Pola de Lena. Las vistas hacia el concejo lenense son también muy bonitas como podéis ver. El descenso por esta vertiente me gusta menos que la subida por Quirós, la carretera es más estrecha, curvas más cerradas, suele estar bastante sucia y siempre encuentro algún tramo en obras.

 En Pola de Lena volvemos a la N-630 que habíamos abandonada en Soto de Ribera un buen puñado de kilómetros atrás. Nos vamos acercando ya a nuestra meta, esto es el Pajares desde el mirador de Flor de Acebos, a mitad de puerto más o menos. La subida no está mal, ancha, buen firme, curvas, pendientes, y un rosario de camiones de apolmonar.

El Brañillín, o Estación Invernal y de Montaña Valgrande-Pajares, como más os guste. Aquellas construcciones que se ven en lo alto es el Cuitu Negru, cima desde la que he bajado esquiando cientos de veces, y ahora me dispongo a coronar en moto por primera vez, si me dejan, vaya.  

Desde la cafetería Telesilla parte este camino recién asfaltado para la llegada de la Vuelta Ciclista. Como había una cadena y una señal prohibiendo el paso, consulto con un operario de la Estación sobre la conveniencia de aventurarme sin sufrir quebranto económico. Me comenta que depende de cómo les caiga en gracia a los beneméritos si me ven, y que suelen subir a diario. Como hoy ya habían estado, decidí arriesgarme. 

Tiramos adelante y enseguida aparece el primer repechón, siguiendo por lo que, con nieve,  es la pista de fondo que sube hacia el Valle del Sol.  

Buen aperitivo para una subida que promete ser dura. Al fondo, el final de la pista de El Tubo y la telesilla de Les Patines. 

 En apenas trescientos metros hemos ganado la suficiente altura como para tener esta perspectiva de la estación invernal.

 Llegamos al inicio de la telesilla del Valle del Sol, donde hay una furgoneta de los chicos de Webcams de Asturias, que supongo que estarían instalando una en el lugar. Gran trabajo el que realiza esta empresa, gracias a lo cual podemos ver en tiempo real el panorama meteorológico que tenemos en muchísimos lugares de la región.

 Otro tramo durísimo, el que sube por la ladera de Fuente la Reina, retorciéndose por la montaña casi de igual forma que se retorcían los ciclistas para superarla. Al fondo, las pistas del Valle del Sol, en las que se aprecian los efectos de la sequía tan prolongada que estamos teniendo. 

 Aquí podemos ver el grado de inclinación tan tremendo de esta rampa, además con curva para ponerlo más complicado aún. Hay que quitarse el sombrero ante el sobrehumano esfuerzo que realizan los ciclistas. Éste sí que es un deporte duro, y peor pagado que otros, en los que encima sus galácticos se permiten el lujo de estar tristes. Un poco de trabajo a pico y pala les ayudaría a ver la vida de otra forma.

Un divertido tramo de descenso "a huevo" esquiando se transforma en un auténtico calvario si se trata de subirlo pedaleando, por mucho que anime el público congregado. 

 El Valle del Sol y Fuente la Reina desde detrás de los paravientos que veíamos en la foto anterior.

A la izquierda, El Muro, una de mis pistas predilectas de Pajares. Es cortita, pero con una pendiente impresionante, ideal para bajar haciendo giros cortos y continuos. Vaya gana que tengo de que nieve ya. 

 "Bienvenidos al infierno" reza en un cartel al inicio del Angliru para ir mentalizando a los ciclistas de lo que les espera. Aquí podemos decir, "Bienvenidos a la Hoya de Cuitu Negru", o mejor "la pala del Baby" en el argot de los esquiadores. Es el tramo final de la subida, ya se divisa la meta, aparentemente cerca.......... 

Digo aparentemente, porque todavía queda la broma final de la ascensión al Cuitu Negru, y eso que los que trazaron la pista tuvieron el detalle de poner esa curva para tratar de suavizar la pendiente. 

 Esto es lo que queda a nuestras espaldas desde la foto anterior, lo que es el Snowpark transformado en un lugar en el que se conjugan esfuerzos y sufrimientos, pasión y afición, gritos de ánimo y jadeos, todo ello resumido en corazones latiendo desbocados en todos los presentes, la esencia del deporte elevada a la máxima potencia.

Dinero directo y cruzamos la línea de meta. Ojo, llevado por el fragor de la narración tal parece que he subido en bici, pero de eso nada, monadas, ahí está la Susi esperando que venga Pepe a abrir la cafeta para tomar un manchao, o un vino caliente, o un bocata de esos de longaniza con chumichurri que nos azotamos en temporada de nieve, y que tan bien nos vienen para recuperar fuerzas y seguir hasta que nos echen. 

 Mural en la rampa de la silla "de dos", la más antigua de la estación y que data de 1.969, o sea, que el esquí alpino llegó al Cuitu Negru al mismo tiempo que el Hombre a la Luna. Veo en el mural y en algún sitio más "Cuitunigru", y yo siempre he oído Cuitu Negru. No sé cual de las acepciones del término, o las dos son las correctas, que me corrijan los puristas de la ortodoxia lingüística asturiana, si es que alguno tiene a bien leer la crónica escrita por este humilde narrador.

 Colorín, colorado........aquí termina esta excursión matutina, que me ha llevado cuatro horas y casi doscientos kilómetros entre ida y vuelta. Como opinión personal sobre el asfaltado de esta pista tengo mis dudas. Por un lado, en cuanto a agresión al medio ambiente, me horroriza, y está por ver cómo afectará a la nieve en las pistas esta alteración del suelo. Por otro lado, como aficionado al ciclismo (desde la tele), me parece un final de etapa increíble, en el que se ponen a prueba los límites de la resistencia humana.

 Casi calcada de mi anterior foto es la panorámica que se observa desde la webcam instalada en la  rampa de la telesilla que sube desde el Brañillín. Si el Stelvio y otros puertos míticos tienen su cámara, el Cuitu Negru no iba a ser menos, así que la pincho aquí para poder ver en cualquier momento lo que pasa por allí.

 

 

 

 

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