Bueno, y nosotros, a lo positivo, a papear. Paella, carne guisada, postre, café y orujo de la tierra.

 

Al salir de comer, el cielo amenazaba agua a no mucho tardar, así que en vez de visitar Santillana, salimos zumbando a Comillas, no nos apetecía mucho mojarnos. Vista de Comillas desde la gasolinera. La mar ya se estaba poniendo con aspecto fiero.

 

El menda en la playa de Comillas. Ya había empezado a llover, así que decidimos guarecernos en un bar y seguir con el tema orujos.

 

Menos mal que el hotel tenía garaje cubierto, porque dejar las motos en la calle no nos hacía mucha gracia. Pobrecitas, con lo bien que se portan con nosotros no sería justo dejarlas dormir a la intemperie.

Vista desde la habitación del hotel. El campo de golf, y al fondo, el embravecido Cantábrico.

 

De esta manera no me importa mojarme, no señor. Después de un duro día de trabajo, con sus tensiones correspondientes, nada mejor que relajarse en el jacuzzi para abrir el apetito. Hay que cuidarse, que ya nos estamos haciendo mayores, y luego vienen los achaques.

Después, ducha, cambiarnos de ropa y a cenar. Entremeses variados, merluza en salsa con mejillones, y profiteroles de postre. Ah, y cava catalán para brindar.

Idoia y Luis, en la mesa. Gracias a ellos, a Paco, y a los que les ayudaron, hemos disfrutado a tope.

Los organizadores se esforzaron en encontrar regalos para que a todos nos tocase algo en el sorteo. Muchas gracias por el detalle. Además fue muy divertido.

Las chicas que asistieron al encuentro. De todas ellas, solo Silvia acudió pilotando su propia moto. Bravo por ella, ver si cunde el ejemplo.

Y ahora, los chicos. Gente estupenda todos, y ellas también, por supuesto. Conocer gente tan maja es lo mejor de todo. La foto se la he cogido prestada a Yasimoto.

Como el bar del hotel cerró apresuradamente, viendo que les íbamos a dar trabajo hasta el amanecer, y la noche no estaba para andar con la moto, nos retiramos a dormir. Por la mañana, tampoco tenía buena pinta el día, pero eso  no impedía a estos animosos golfistas disfrutar de su deporte favorito.

Poco a poco, la gente se iba marchando, unos a sus casas, y otros afortunados a disfrutar de sus vacaciones. Aquí les vemos, dispuestos a emprender la marcha, rumbo a Cangas de Onís. ¿Os reconocéis?

Hacia las once, la representación asturiana emprende el retorno. En Unquera nos volvemos a encontrar con el comando "pisha-neng" que iba a Cangas de Onís, y juntos nos dirigimos a Llanes, por la carretera de Andrín. Paramos en el mirador de La Boriza. Buenas vistas, a pesar del mal tiempo. Al fondo, Llanes.

Parte del grupo, en el mirador.

Parada en el puerto de Llanes, aunque no pudimos acercarnos a los Cubos de la Memoria de Ibarrola.

Por esto no pudimos ver los Cubos. El malecón estaba cerrado para evitar que el oleaje se llevara a alguien.

En Llanes, nos despedimos, hay que ir a comer a casa, que la familia espera. Dos días de lujo, compartidos con gente también de lujo. Ahora a ver quién se anima a organizar la sexta. A ver si nos vemos pronto.

 

continúa